Monitoreos participativos – Participación social en la conservación ambiental
Por Karen Elizabeth Centeno Barba
En superficie forestal, México ocupa el 12° lugar a nivel mundial y el tercero en América Latina. Para 2019 CONAFOR reportó 137.8 millones de hectáreas cubiertas por algún tipo de vegetación forestal, es decir el 70% del territorio nacional, sin embargo al menos 62 millones de hectáreas (45%) presentan algún nivel de deterioro. En la Ciudad de México contamos con áreas naturales de gran importancia porque proveen servicios ecosistémicos a sus habitantes, por ejemplo la regulación del clima, la calidad del aire y del agua y favorecen el recargo de los mantos acuíferos, entre otros.
Las zonas forestales también tienen un gran valor social, ya que cubren el 90% de las necesidades de la vida rural, ya sea para obtener alimento, medicinas, biocombustibles o ingresos complementarios. En México el 80% de los bosques se encuentran bajo propiedad social; es decir, en manos de 8,000 ejidos y comunidades agrarias.
Es por esto que los habitantes locales deben ser quienes administren sus bosques y para esto, deben contar con las herramientas adecuadas. Actualmente, las comunidades locales han sido integradas a proyectos de conservación ambiental, tanto los que surgen por la actividad científica y los que nacen en las comunidades locales. Un ejemplo de proyecto de conservación ambiental son los monitoreos participativos. Ellos facilitan la toma de decisiones y faculta a las comunidades locales para administrar mejor sus recursos.
En el sur de la Ciudad de México, en el bosque de Los Dinamos y el Río Magdalena, en la Alcaldía Magdalena Contreras, hay dos proyectos de participación social que se incluyen en el programa “Monitoreo participativo de la reforestación, calidad ecológica y restauración de los ríos y arroyos en el bosque de agua con énfasis en la cuenca del río Magdalena, México, D.F.”, se trata de los monitoreos participativos para el mejoramiento de las reforestaciones en el bosque y para obtener información sobre la calidad ecológica del río.
En los monitoreos participan, principalmente, la Comunidad Agraria la Magdalena Contreras Atlitic, la Alcaldía de Magdalena Contreras, Organizaciones de la Sociedad Civil locales y la academia como facilitador, un equipo del laboratorio de Ecosistemas de Montaña, en la Facultad de Ciencias, UNAM. La base principal de estos proyectos, es la participación de las personas que se presentan una vez por mes para realizar las actividades, entre ellas la toma de datos de la supervivencia, el estado de salud y el crecimiento de los arbolitos; y los bioindicadores (presencia de bacterias, macroinvertebrados, vegetación), y los parámetros fisicoquímicos del río (análisis de pH, sales, oxígeno), así como en el traslado de los participantes a los puntos de estudio y la aportación de recursos monetarios o en especie, entre otros.
En el caso de la reforestación, los participantes son principalmente personas empleadas por la Alcaldía de Magadalena Contreras, por lo que reciben un pago. Mientras que para el monitoreo del río los participantes son voluntarios, no tienen remuneración. Ambos equipos son capacitados para la toma de datos y se dan las herramientas necesarias. Además, reciben reconocimiento por parte de la academia: se les entregan constancias, agradecimientos y reconocimientos por sus actividades y apoyo, de igual manera en las publicaciones o trabajos derivados se reconoce su participación.
Esta experiencia ha permitido obtener datos periódicos sobre la salud del río y la reforestación. También propició el diálogo entre los propietarios de la tierra, las autoridades gubernamentales y otros actores locales que estaban poco relacionados. Actualmente los monitores son capaces de tomar e interpretar los datos obtenidos, reflexionar sobre las causas que modifican la dinámica del ecosistema y en algunos casos tomar decisiones de manejo. Se espera que la información generada trascienda a instituciones gubernamentales.
Sin embargo, estos proyectos aún presentan limitaciones y oportunidades en cuanto a recursos para adquirir materiales, difundir los resultados y mejorar la participación. Por ejemplo, el equipo base de la reforestación, se presenta sin falta a realizar las actividades, a menos que cuenten con sobrecarga de trabajo en cuyo caso el equipo se reduce, incluso se presentan más personas voluntarias. Al contrario, el equipo base del monitoreo del río pues son pocas personas y usualmente es variable el número de asistentes. Por esto se propone realizar una difusión extensiva de los proyectos mediante folletos y carteles en la comunidad y en los diferentes puntos de descanso dentro del corredor del bosque para que más personas los conozcan y se asegure su continuidad.
También se ha propuesto crear una comisión dentro de la comunidad que sea responsable de los monitoreos para que la academia se involucre cada vez menos y se fomente la apropiación de los proyectos. Ya se han desarrollado dos manuales de campo y se ha participado en eventos locales para darles difusión a los proyectos. Así mismo, los avances son dados a conocer a los actores involucrados en el manejo del bosque.
Es importante el desarrollo de este tipo de proyectos ya que cuando los habitantes locales se incorporan en la administración y conservación de sus recursos se obtienen diferentes beneficios para la comunidad, como creación de capital social y fortalecimiento de las instituciones locales, se obtiene un registro de cambios a lo largo del tiempo, se genera información local de acuerdo a sus inquietudes y a su vez favorece que la toma de decisiones sea más incluyente.